Tierras de nadie: escribir la ruina
DOI:
https://doi.org/10.35305/b.v10i19.481Palabras clave:
Ruina, Ciudad, Temporalidad, Lo común, Literatura argentina contemporáneaResumen
Renunciando a todo horizonte de progreso histórico, dos novelas argentinas, La ingratitud (1990) de Matilde Sánchez y Cuaderno de Pripyat (2012) de Carlos Ríos, sitúan la ruina como categoría tanto estética como política para configurar en torno a ella temporalidades en suspenso y territorios devastados que, sin embargo, cargan aún con una potencia de vida indeterminada. El clima de crisis, fin de época y catástrofe que se despliega en estas ficciones no se traduce en una clausura definitiva de la historia, sino que se inscribe como condición de una producción incipiente de lo común orientada a la invención de asociaciones entre cuerpos, lenguajes y modos de vida colectivos. Ante el desmoronamiento de las utopías modernas de progreso, prosperidad y abundancia, estas novelas trabajan con los escombros que quedan para investigar las capas temporales heterogéneas y las posibilidades de vida ofrecidas por un presente expansivo y ambiguo.